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jueves, 21 de julio de 2011

DE LA VIDA POLÍTICA. V. La moral y los pruritos.

Nunca deberá subordinarse a la moral en política. Hacerlo implica una idiotez que lo hará correr con desventajas.
         Si sus inclinaciones son irresistibles, por formación, únicamente podrá sobrevivir si se asesora con un sicoanalista. Si usted no puede evitar decir la verdad de las cosas, desentonará y morirá políticamente en poco tiempo.
         Y la verdad es que después de tanta lucha  para llegar donde llegó, es una pena que por una reminiscencia tan insignificante comience a tener problemas.
         El camino de menores riesgos es el que siga la mayoría oficialista, tengan o no tengan razón. Los caminos de la minoría son muy duros, si es que, la minoría no se puso de acuerdo finalmente con la mayoría.
         Y estos acuerdos son muy redituables. Un voto muchas veces vale una fortuna. Eso sí es inteligencia pura. Armar un partiducho que mete dos o tres Diputados y estar a la pesca hasta que les hace falta esos tres votitos. Ahí va la minoría explicando porqué está de acuerdo con la mayoría !.
         Debe comprender ahora que la inmoralidad política no tiene nada que ver con la suya personal. Son dos moralidades distintas. Debe asumir ésta regla para sobrevivir.
         Por otro lado muchas veces la línea de lo moral y lo inmoral es tan finita, pero tan finita, que hasta uno mismo se convence de que está todo bien.
         Luego es como una escalera. Si el primer peldaño está bien, el segundo también y sucesivamente. Si pierde los pruritos del primer tema, caminará aceitadamente por el recinto parlamentario, a paso firme, constante y muy requerido por la mayoría que sin ninguna duda se lo agradecerá convenientemente.