Si usted tuvo la desgracia de ser acusado y juzgado, condenado o absuelto, la verdad es que debe saber algo sobre corrupción y cuestiones vinculadas.
Para su tranquilidad debe comprender que todo hombre es corruptible. To-dos.
La intensidad de la tentación estará vinculada en forma directamente proporcional al precio. Cada uno tiene un precio. Es incorruptible al que nunca le ofrecieron nada o porque lo ofrecido es poco. Aunque en la Viña del Señor la excepción sigue haciendo la regla.
Cuándo usted sea electo ya lo evaluarán y le pondrán precio. Naturalmente si es que les hace falta su voto. Y eso dependerá de cuántos votos les hagan falta para aprobar algún proyecto. Porque si les sobra su voto usted no valdrá nada.
También hay casos excepcionales donde dos o tres votos son la vida o la muerte, la diferencia entre el éxito o el fracaso. Partiduchos de tres miserables votos han hecho fortunas fabulosas.
Debe cuidarse de los intermediarios. Trate de negociar directo porque aquellos se quedarán con parte importante del rédito. Y el voto es suyo no de ellos así que vengan al pie.
Si no le interesa el negocio porque le resulta escaso para el riesgo que implica, no se le ocurra denunciar al corruptor porque nunca más le ofrecerán nada. Además recuerde que las oportunidades se dan una sola vez en la vida. El secreto es que si no se prende al menos cállese la boca. Cuando usted salpique a alguien no les gustará ni a amigos ni a enemigos.
No existe relación entre capacidad de corruptibilidad y nivel cultural o elevación espiritual. Toda condición humana es corruptible. Depende del precio.
Si terminó la primaria solamente, la secundaria o tiene un título universitario, es ateo, cristiano, judío o musulmán, siempre habrá un valor al que usted finalmente le bajará el martillo.
Si bajó el martillo que no se le suban los humos. Todo ocurrió por un voto. No fue por su capacidad. Aunque le duela. Lo que faltan no son homosexuales sino capitalistas. Porque si a usted le ofrecieran un millón de dólares no lo pensaría un minuto