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domingo, 24 de julio de 2011

DE LA VIDA POLÍTICA. XIV La familia y las parejas transitorias.

         Tema complicado el que ahora nos ocupa. En primer lugar considere que usted llegó hasta aquí gracias a su mujer. Recuerde que si Cristina se hubiera casado con el tintorero de Rió Gallegos, éste hubiera sido el Presidente.
         De modo que usted no fue nada ni nadie hasta que su mujer lo empuó, lo empujó, lo retó de que no afloje, le enseñó a pasar por arriba a los demás, le dijo como vestirse, que decirle a los amigos y a los enemigos, como codearse con unos y otros, etc,etc.
         En definitiva, el mérito, en honor a la verdad, es de ella y no suyo. Y usted no debe ser tan engrupido como para ignorarlo.
         De manera tal que a partir de ahora no se le ocurra ni por un momento descartarla, cosa que es probable que lo piense. Su mujer no es un amigo y además es la madre de sus hijos.
         Y si bien lo más probable es que ahora se distancien por sus nuevas funciones, situación que les puede venir bien a todos, no la puede olvidar.
         La cuestión de la opinión pública también es muy importante, y por lo tanto aunque sufra usted o ella de infidelidades recíprocas, o existan homosexualidades reales o virtuales, conviene parecer una familia perfecta. La opinión pública piensa que si usted tiene la capacidad de tener orden en su familia, podrá mantener orden en el País.
         En segundo lugar debe considerar que su nueva posición y situación es, simplemente, transitoria. De carácter estrictamente transitorio y en algún momento volverá para atrás. Y cuando usted vuelva a sus orígenes, su familia es la única que lo consolará y comprenderá. Porque tenga en cuenta que la muerte política es inexorable y miserable.
         Entonces por agradecimiento, por previsión futura y por sentido común, la unión con su mujer deber ser más fuerte que nunca.
         Todas estas advertencias criteriosas, nada tienen que ver que usted pierda su libertad. Al contrario, ahora la tiene toda junta. Con la ventaja de la distancia. “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Aunque recuerde que su mujer, bicha por cierto, sabe en que anda usted.
         La distancia, la soledad, el poder y la billetera llena lo van a tentar en lo sucesivo. Pero debe observar que las travesuras han de ser estrictamente privadas.

         Que no le asalte el falso machismo que quizá nunca tuvo, y cuente a sus amigos cosas que no debe contar. Mas vale pecar por omisión. Sea precavido y mantenga muy bajo su perfil.
         En cuanto al episodio o los episodios, deberá mantener la cabeza fría. Ni se le ocurra agarrar viaje y que le caliente la sesera. No se olvide que usted anda por los cincuenta y tantos y que si se mete con la nena de veintitantos, además de no poder seguirle el tranco, debe calcular simplemente que edad tendrá ella cuando usted llegue a setenta u ochenta. Así que … frió por favor.
         Si usted está alquilando contrate una mucama cama adentro de más de veintiuno y que sea vistosa. Si va a tomar una secretaria que la pueda meter en la cama, no le pregunte si sabe idiomas, si conoce Exel, o si sabe redactar. Aunque si usted es vivo trate de que pueda todo y además sea cariñosa.
         Si  acaso su debilidad es con alguna colega, si es razonablemente linda, usted deberá concordar minimamente. No se haga ilusiones si la panza sobresale y la pelada brilla. Revise su estado físico y póngase en línea porque a la colega con la billetera no la corre.
         Si nada de esto va y usted sigue con temperatura, compre algún diario y revise el rubro servicio doméstico porque el otro ha sido prohibido, aunque cuide de no caer en alguna traviesura porque  van a cambiar su voz. Pasará sin que se dé cuenta a soprano.