Es muy probable que la primera consecuencia de su nuevo estado se traduzca en megalomanía. Para curarse rápida y efectivamente le recomiendo las diversiones y las distracciones. La proporcionalidad de estas respecto a sus elevadas responsabilidades será directa.
La diversión aplaca las preocupaciones innecesarias, calma los nervios, vitaliza el cerebro, oxigena la sangre y le devuelve las ganas de vivir.
En su nuevo oficio, de horarios tan caprichosos e inciertos, de tanta preocupación y stress, la única manera de terapia es divertirse un poco de tanto en tanto.
Oportunidades no faltarán. A cada momento le aparecerá una nueva. Incluso en el recinto, si tiene un poco de sentido del humor, podrá divertirse mucho. Y si se propone podrá encarar sin más trámite y gratis alguna colega. O colega disimulado.
Aprenda a distinguir, a seleccionar y apunte. Las mira, las aprecia y las encara. Nada puede pasar si no tiene suerte. Ahora tiene inmunidad diplomática. También es inmune al ridículo.
Si se le pasa alguna cosa interesante por inexperiencia tome nota y aprenda para la próxima. Es normal al principio que uno sea un tanto bobo. Cuando entienda verá que es bastante fácil.
Si su pH cerebral es ácido el problema es grave. La acidez lo tilda. Lo incapacita para tomarse la vida como corresponde a un político. Es grave para su salud. Visite un profesional que lo oriente y recupere la alcalinidad.
Las diversiones son absolutamente justificables. Usted no puede tener sesiones largas, agotadoras en todo sentido, y no distraerse.
Los legisladores incapaces de divertirse, los amargados por fuera y por dentro, carecen generalmente de ecuanimidad, son esquemáticos, maquiavélicamente ordenados y puntillosos, extremistas en sus opiniones y de poca adaptabilidad a los pares que los rodean. Son bichos raros.
De ellos solo puede esperar peroratas insulsas, serias, monótonas y difíciles de entender.
De los divertidos en cambio es posible escuchar un discurso chistoso, improvisaciones que hacen reír, cuentos que alegran el espíritu a los propios y extraños. A los amigos y enemigos.
Sobre las posibles diversiones no es necesario que usted tenga un listado. Además sobre gustos no hay nada escrito y no conozco el suyo.
Lo que sí deberá tener en cuenta que si sufre de una etilización profunda, tal que no sea dueño de sus actos, no vaya a un motel con no se con quién y queriendo pasarla barata. Hay muchos que perdieron la poca cordura, hicieron lo que le digo que no haga, y al final terminaron llorando en cuanto canal de televisión lo recibió pidiendo perdón. Todo un mamarracho.
Mas vale controle su ingestión alcohólica. Y si se le llega a ir la mano ni diga quién es. Ya bastante peligro corre si alguien lo reconoce.
Las diversiones podrán ser unitarias o federales. Grupales, personales, partidarias, poli partidarias, sanas, traviesas, part time, full time, gratuitas o rentadas. O pagas.
Las poli partidarias mejoran las relaciones y convivencia entre los partidos políticos.
Las traviesas son interesantes si usted necesita algo del travieso. Hay algunos con mucho poder que podrían resolverle más de un problema. Por supuesto si usted solamente viaja en un sentido, tenga mucho cuidado que no le pidan que viaje de vuelta. En estos casos vea los pro y los contra. A veces no tendrá escapatoria. Lo lamento por decírselo tan crudamente.
En verano puede ir a Mardel o Punta. El problema puede ser la familia. Pero no hace falta que ellos se enteren. Mientras no lo pesque un periodista.
Hay lugares en los que puede encontrar amigos y pasarla bien. Pero siempre esté atento si hace macanas porque alguien, siempre, lo va a pescar.
Piense en la libertad y bienestar económico que tiene. No queda otra opción que divertirse. La providencia es maravillosa. Ni sus padres hubieran pensado hasta donde llegó su hijo. Pero cuídese por favor. Puede perder todo en un minuto. Hay muchos que viviendo en Puerto Madero terminaron en cuatro patas mirando la cancha de Velez.