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viernes, 22 de julio de 2011

DE LA VIDA POLÍTICA. VIII. Los controles.

El único límite posible para evitar que usted haga diferencias son los controles. Así que si topa con alguien que controla, evítelo.
         En realidad son muy pocos los controles que existen. Y los pocos que hay funcionan mal. Pero tenga en cuenta que siempre puede aparecer un loco que antes de inmolarse arme un lío descomunal.
         Como a mejores controles menores posibilidades, ya pasaron otros antes que usted ocupándose de que sean menos y peores.
         Pero por supuesto existir, existen. Y a veces joroban. Así hay ciertas formalidades mínimas para su seguridad particular que debe observar.
         Tenga en cuenta por sobre todo a la prensa, más que a las auditorias del Estado. Muchos periodistas se han puesto a investigar con cámaras ocultas. Y si lo llegan a pescar no tiene salvación. Con ellos no se puede arreglar nada.
         En el caso de funcionarios auditores, son bastante pillos. En general son empleados públicos con muchas carreras. Con ellos se puede ir arreglando pero pruebe de a poco. Nunca se apure. Trate de saber cuánto tiempo van a estar investigando. Siempre trate de acomodar el asunto. No se le ocurra hacerse el macho difamado, ni se ponga histérico, ni haga nada que les toque el amor propio de estos muchachos.
         Agache la cabeza, recuerde, con el mayor sentido común posible, que su inmunidad es aparente y susceptible de perderse. Maneje el tema con diplomacia, tacto, saliva y de vez en cuando saque el pañuelo como para que ellos crean que está por sacar la billetera. Si ve que sonríen felices sáquela.
         Para empezar hay que darles la razón, lo que los enaltece, tranquiliza y revalora su trabajo, además de que les hace creer que son más vivos que usted.
         Luego ponga mejor caripela que pueda y amague con ingenuidad sincera que quiere pagar su falta de acuerdo a lo que disponga la Ley. Esto es impensado para ellos y se pondrán incómodos. Lo más rápido posible pensarán que se encontraron con un boludo que no entiende que esto, y pesos más pesos menos, se puede acomodar.
        



         Si lo consuelan la partida es suya. Significa que quieren arreglar. En ese instante y cómo si usted ahora empieza a comprender, pregunte tímidamente si al contado, en efectivo y sin recibos innecesarios la Ley prevé algún descuento.
         En ese instante los muchachos recuperarán el aliento y el chanchullo que creían perdido. Comenzarán a sacar cuentas y se consultarán entre ellos. Sepa que por lo menos siempre le van a caer de a dos. Uno se hará el malo y el otro el bueno.
         Quizá tenga que invitarlos a comer a algún lado  finoni. Pero al fin le van a tirar una cifra. Una cifra que ellos ya saben que tendrán que bajar. Así que empiece a llorar un poco y ofrecer la mitad. Y bueno, mango más o menos termine arreglando, pero tampoco se apure en darles todo muy rápido porque ellos estarán, a pesar de su experiencia, medios nerviosos. Usted sabe que a veces a ellos también los embocan con las cámaras.
         Si arreglan pague, haga algún mea culpa, meta algún familiar enfermo o muerto reciente en la conversación como para dar un poco de lástima, ofrezca sus servicios hacia ellos en el futuro, y deje la puerta abierta para un asadito  como para que no vengan de nuevo muy a menudo o que lo que pagó le sirva para otras visitas.
         Ellos también podrán ofrecerle sus servicios con mas tranquilidad a algunos conocidos suyos de igual condición lo que usted aceptará gustoso, pero naturalmente sin darles nombres para no involucrarlos prematuramente.
         Pero si los muchachos no quieren arreglar por nada, si son realmente kamikazis inesperados, si son realmente derechos, preparese para lo peor. Aquí no hay ninguna receta. Salvo después en la Justicia pelearla como pueda con algún profesional especialista en estos embrollos. O que lo salve el oficialismo.