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viernes, 22 de julio de 2011

DE LA VIDA POLÍTICA. XII. La opinión pública.

         La opinión pública sigue caminos insospechados, impensados para nadie, ajenos a su voluntad, y a veces, de una persistencia fantástica.
         Cuándo esas opiniones se refieran a su persona, mal o bien, deberá prestarles mucha atención.
         Las ideas que sobre usted se instalan en la sociedad van muy de la mano con lo que opine la prensa. Es de necio por lo tanto no darles importancia a los periodistas, o creerse que puede abstraerse de ellos.
         Muy por el contrario debe tenerlos muy de amigos. Hay muchos que viven metiendo la pata con lo que hacen o dicen y tienen, sin embargo, un alto concepto instalado adecuadamente. Y otros que no han hecho nada y van a juicio por violaciones reiteradas.
         Estas situaciones no se comprenden pero ahí están. Es así y hay que aceptarlo. Nunca considere nada una pavadita. Por una pavadita a más de uno lo escracharon de por vida.
         A veces las cosas son de una manera con un Presidente y de otra con el siguiente. Hay cosas que con uno se pueden decir y con el otro no. Y generalmente los Presidentes tienen bastante prensa que habla bien de ellos. Y esos, si usted tiene un fallo, hablarán mal de usted hasta liquidarlo.
         Cuando lo van a liquidar no tiene solución. No hay forma de parar el lío, ni tampoco de revertir la situación. Aunque usted no tenga nada que ver, aunque los que lo critican no tengan razón. Fue.
         Es importante entonces cultivar con esmero la opinión pública como también a quienes influyen en ella. Su futuro depende de su esfuerzo, de su prudencia, de su tacto y sensibilidad para caminar desapercibido.